El acecho
Un acercamiento a la identidad de un inmigrante en Estados Unidos.
Al inmigrante
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Al inmigrante |
El argumento de la película norteamericana Los Hombres de Negro trata sobre una agencia ultra secreta que se encarga de vigilar la actividad alienígena en la tierra haciendo uso de toda clase de tecnología estrafalaria, como los neuralizadores, que son pequeños artefactos cromados —similares a un bolígrafo— con la capacidad de borrar la memoria tras un breve destello…
La base de la película toma inspiración de las teorías de la conspiración y avistamientos ovni, sin embargo, la perspectiva de esta figura cambia radicalmente al mostrar una premisa en particular que se repite a lo largo de las películas, donde los alienígenas, queriendo pasar desapercibidos, se disfrazan y viven como humanos; tienen un trabajo, una familia, un perro, e incluso, hay quienes llegan a ser celebridades.
Durante la administración de Donald Trump, se volvió a popularizar un término despectivo hacia los inmigrantes indocumentados: Aliens. Como si los Estados Unidos no fuera un país más, similar a cualquier otro, sino todo un mundo aparte. No por nada un gentilicio recurrente entre los norteamericanos es el de…
Estoy consciente que las películas no apelan como tal a una metáfora de la inmigración indocumentada, pero sí muestran qué tan normalizado tienen la idea de que la otredad (ese alguien ajeno a sus preceptos nacionalistas, bastante racializadas y clasistas) debe ser regulada por medio de políticas públicas carcelarias y punitivas.
Durante mi breve estadía en Kissimmee para ganar algo de dinero, conocí a varias personas que pertenecen a ese grupo de aproximadamente 500,000 inmigrantes indocumentados que se vieron beneficiados por el programa Acción Diferida para los Llegados en la Infancia (DACA, por sus siglas en inglés) implementado en el 2012 durante la administración de Obama, conocidos como Dreamers. Su característica principal es única entre muchas otras formas de inmigración; todos ellos llegaron al país siendo unos niños, aquí crecieron, aquí fueron formados bajo el…
A pesar de que el programa les dio varios permisos que les permitía desenvolverse con mayor libertad en el país, como aplicar a universidades importantes o tener empleos formales, la realidad es que, todavía hoy en día, no son ciudadanos norteamericanos en el sentido estricto de la palabra.
Es probable que mis compañeros de trabajo, por haber crecido en un lugar tan pobre en su expresión multicultural como lo es aquella ciudad, donde la presencia latina se hace visible más como una mano de obra barata que como una comunidad organizada, con sus reinterpretaciones identitarias propias de su comunidad (un ejemplo de esto serían los Chicanos), refuerzan más la sensación de paranoia y prejuicio que si hubieran crecido, tal vez, en un lugar como New York o Los ángeles.
Poco importa que Kissimmee sea sede de unos de los parques temáticos de Disney más famosos del mundo, atrayendo el turismo global, al contrario, se sabe que la presencia hegemónica de la empresa sobre la ciudad es parte del problema, pues asfixia cualquier otro intento de expresión que busque diferenciarse en la vida social, política y cultural de la región.
Pareciera que sus vidas e identidades estuvieran en pausa hasta que tengan los permisos necesarios para ser parte del país, y mientras eso sucede, mientras la espera se dilata a lo largo de los años, aprendieron a pasar desapercibidos, a seguir las pautas sociales de dicho país al pie de la letra, a no contrariar sus preceptos ideológicos, aún cuando dichos preceptos los cosifiquen, al contrario, deben estar agradecidos por tener una oportunidad a la que no todos tienen acceso, por lo que su contexto se lee como un privilegio y no como un estado vulnerable de derechos. Viven al margen, lejos del foco público, y bajo una sensación constante de acechanza, de que cualquier error que los delate, por mínimo que sea, puede resultar en la deportación.